UN EMPRESARIO, UN MALABARISTA
Las decisiones sobre los cambios para avanzar y mejorar en la empresa dependen de la dirección. Y cuando ésta decide que son necesarios ha de actuar segura de que su empresa y sus componentes tienen capacidad para adaptarse al cambio.
Transmitir esta idea es aparentemente fácil. Pero para mí, en este caso, ha resultado, al contrario, y no por el síndrome de la página en blanco, sino porque en el proceso previo de recopilación de contenidos, siempre había algo que impedía convencerme de que podía ser realmente valioso para aquellos empresarios que emprenden ahora o que están viviendo en estos momentos, procesos de crecimiento en su organización …
Reflexioné para localizar aquello que se estaba interponiendo en mi trabajo y tras hacer varios intentos, visualicé la imagen que me estorbaba. Paso a describirla: es un ambiente de trabajo de la oficina “moderna”, tipo plantilla joven, no solo por edad sino por personalidad, directivos, mandos intermedios y demás empleados tomando un descanso en la sala del futbolín, donde también hay un par de sillones player, para los que quieren zambullirse en el mundo de la realidad virtual, a ver si pueden despertar a las a la musas y al fondo en el interior de una pecera llena de apuntes en los cristales, gente trabajando en perfecto silencio, cada uno con su estilo, algunos en el suelo tumbados, con las piernas apoyadas en la pared, pensando en si va o no por el buen camino, etc.
En fin. Que me imagino entrando en esas oficinas, irrumpiendo en ese ambiente tan armonioso, para explicarles que es genial que puedan disfrutar de ese tipo de atmósfera socio laboral, pero que creo que hay algo que no me cuadra y que estoy allí para explicárselo, y las caras que me ponen son para convertirlas en documentos gráficos a incluir en mi dossier de trabajo…
Pues si, efectivamente hay algo que creo que no funciona. Partamos de la base que, siguiendo con este mismo supuesto, los directivos de esa empresa, los mismos que están en el mismo escenario descrito, son los que me han llamado para localizar aquello que no se está haciendo bien.
Así es, como dice el título, un empresario es un malabarista. En la escena de los platillos chinos, ejercicio típico de malabares, el chinito es nuestro empresario y los platillos en movimiento representan las diferentes áreas de la organización empresarial. Independientemente de la dimensión de la misma. A mayor tamaño, mayor cantidad de platillos a mantener en movimiento, mayor capacidad y aptitud para delegar requeridas al Directivo en cuestión.
Si el empresario decide mimetizarse con el ambiente tiene que tener claro que no puede permitirse eludir sus responsabilidades a favor de querer o pretender que le vean como un igual. Está bien que esté integrado en la plantilla como si fuera parte del proyecto, pero sólo eso, como si fuera. Pero no lo es y no debe serlo ni pretenderlo. Él es el chinito cuya responsabilidad es mantener todos los platillos en movimiento, todas las áreas de la empresa en funcionando a la vez y coordinadas, y como tal, es importantísimo que sepa delegar en sendos responsables, de lo contrario, será incapaz de implementar proyectos de innovación y mejora para poder crecer, ya que no tiene garantizado el funcionamiento constante.
Las decisiones sobre los cambios para avanzar y mejorar en la empresa dependen de la dirección. Y cuando ésta decide que son necesarios ha de actuar segura de que su empresa y sus componentes tienen capacidad para adaptarse al cambio.
En esta labor el directivo tiene que saberse y ser reconocido como el motor de las actuaciones y no el actor. De lo contrario se verá inmerso en los círculos viciosos que obstaculizan los virtuosos y los primeros condicionarán sus decisiones, consecuencia muy negativa y poco reconocible una vez se produce. Evitarlo pasa por acercarse a su organización, ya sea a través de un sistema de gestión integral, proveedor de toda la información y datos necesarios para fundamentar las decisiones o mediante intervenciones presenciales. Y ejercitar la visión global desde lejos para no incurrir en decisiones sesgadas que darían fuerza a los cirulos viciosos en detrimento de los virtuosos. Binomio interesante que me da pie a hablar sobre ello en la próxima ocasión.
Suscríbete. Si quieres saber más, pide información. Si estás apurado, pide cita.